No soy antropólogo, ni sociólogo, ni loquesea para ir a fondo en el tema, muy buenos ensayos habrá por ahí sobre lo que aquí escribo, y si no, pues me gustaría que hubiese, con gusto los leeré.
Cada pueblo tiene al gobierno que se merece, dicen por ahí. No estoy de acuerdo.
El mexicano (¿el ser humano en general?) está acostumbrado a tener una figura de poder ante sí, a la cual inevitablemente imita.
¿Qué tanto influencia en el mexicano la personalidad de quien ostenta el título de autoridad? ¿La autoridad hace al pueblo o el pueblo hace a la autoridad?
Esta podría ser un juego tipo al del huevo y la gallina y el cual yo resuelvo muy fácil cuando meto a escena al gallo cojelón que violó a nuestra gallina y nos rompió los huevos, él fue el que nos impuso el modelo de autoridad que ahora seguimos.
Escuché, muchas veces cuando niño, la frase "se cayó el sistema", mucho antes de saber qué demonios era un sistema. Sabía que se debía a la imposición de Salinas como presidente, había una sensación permanente de precaución que hacía denso el aire que se respiraba en México. Se sabía -entre otras cosas- que en "el sur" había "mucho revoltoso" y desaparecían o terminaban muertos y era mejor no meterse "con los de arriba", ¿para qué?, tu a lo tuyo, trabaja y te va a ir bien.
Así, mas o menos estaban las cosas y entre los asesinatos del cardenal Posadas Ocampo, el de Luis Donaldo Colosio, la liberación del Negro Durazo, El Señor de los Cielos, el común denominador de casi toda la nota de impacto era algún político de altos vuelos. Casi siempre, fuera cual fuera el tema, Carlos Salinas de Gortari se mencionaba por lo bajito. Así son las cosas, así es el poder.
Ciertas o no, los secretos a voces que inculpaban al primer presidente espurio que me tocó padecer, esa era la imagen general: nuestro presidente es un tramposo, mafioso y asesino. Cuando terminó su sexenio se le agregó ratero.
Así la cosa, la máxima autoridad de nuestro país era eso: un ente sin moral que hablaba muy bien y el país así vivía, sin ética ni moral, pero cuidando mucho las formas.
En el 2000, cuando llegó Vicente Fox fue elegido por el grueso de la población prácticamente por chistoso, preferíamos sin duda a un payaso que a un ratero, de ese tamaño era nuestra evolución como democracia ¡bien a la mexicana, chingao!.
No se oía tan mal, lástima que el payasito también nos salió ratero y haiga sido como haiga sido pasamos a tener en la presidencia a un chaparrito enojón, que con manos limpias y mano firme, pretendía gobernar el país.
Y así fue, haiga de ser como haiga de ser, emprendió una guerra contra el narco, sin prevenir -ni siquiera- efectos secundarios de su lucha. Un hombre violento, de reacciones primitivas está transformando a mi México en un país primitivo, además de sus malas mañas que ya veníamos alimentando.
No ahondaré en hablar de Enrique Peña Nieto ni de Josefina Vázquez Mota, sus resultados y los perfiles de sus vidas están más que ventilados, su moralidad está en duda. Está documentado que ambos personajes cumplen el perfil del "haiga de ser como haiga de ser", no valen la pena para un servidor y si hay opiniones diferentes entonces los reto a que no cierren los ojos ante la información, así como los reto a que me abran los ojos en caso de estar en desacuerdo con lo que abajo escribiré.
Andrés Manuel López Obrador es un político diferente a sus contrincantes. Es un luchador social (incluso Diego Fernández de Cevallos se lo dijo en su cara, cual si esto fuera un insulto). No es un potentado terrateniente, ni se le conocen, ni siquiera rumoran nexos con el narcotráfico (Anabel Hernández lo investigó) y en general, es un político que promulga el amor al prójimo.
Si me preguntaran ¿a quién quieres que imite México? definitivamente elegiría a Andrés Manuel López Obrador, con todas sus letras. Un político que pone como requisito tener moral, ser honesto y apegado al ciudadano cambiaría por completo la imagen del burócrata y tendrían sentido las palabras "servidor público".
Los invito a la reflexión.
PD:
Esto nació de escuchar a Paco Ignacio @Taibo2 (miembro de Morena Cultura) que impartir clases de literatura a los policías influyó directamente en reducir el crimen al primer mes. Imagina: con el simple hecho de saber que la policía tiene el grado de sensibilidad para apreciar la literatura, ¿no te sentirías más en confianza?
Publicado originalmente en sdpnoticias.com